Nuestro campeonato se despidió hasta el año que viene desde Riazor, escenario de un encuentro sin borrones, preparado desde la pizarra. Depor y Valencia no pasaron del resultado inicial en un partido poco atractivo para la galería, a imagen y semejanza de las libretas de Lotina y Emery. Sin errores, sin detalles que inclinan balanzas, el partido conocía su destino, el 0-0, el punto, el guión. El partido estaba estudiado desde la zona de vestuarios.
Deportivo y Valencia se conocen. Los dos equipos nunca se perdieron el respeto, circunstancia que obstaculizó el fútbol de un frío domingo de diciembre. El partido estaba estudiado desde la zona de vestuarios. Nada se saltó el guión. Sólo Valerón y Adrián pensaron algo diferente.
El Valencia pensó antes de actuar. Con Baraja y Albelda de escuderos, Banega tuvo libertad por delante del doble pivote. El argentino estuvo intermitente. Joaquín, Mata y Villa, tridente amenazante, no despertó hasta el segundo acto de la película. En el Deportivo, jugó Valerón, titular. El canario fue el alumno travieso que quiso alborotar la clase. De sus botas salió el peligro del Depor, que tuvo más y mejores ocasiones que su rival valencianista.
El de Arguineguín conectó con Adrián, referencia en punta, que avisó un par de veces recibiendo asistencias del mago canario. Pasada la media hora de partido, hubo cambio de papeles. Centró el asturiano y sorprendió Valerón con el remate. Su cabezazo desde el punto de penalti pilló desprevenido a Dealbert y a César, que fue superado, pero se alió con el larguero. Fue la mejor ocasión del partido, la mayor oposición al frío resultado inicial.
El Valencia quiso tener más el balón tras la reanudación. Apareció Villa, pero el punto de mira lo tenía desviado, como Valerón y como Sergio. Juan Carlos no estuvo preciso de volea y el '8' cruzó demasiado un cabezazo en solitario.
El encuentro se fue inclinando hacia el detalle mínimo, pero no ocurrió. El marcador se quedó congelado por exigencias del guión.
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